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Abr 9 2015

Cuando se toma la decisión de someterse a una cirugía bariátrica…

A lo largo de la última década se ha ido extendiendo progresivamente  la práctica de la cirugía bariátrica para el tratamiento de la obesidad mórbida. Mediante este método el paciente que padece de una obesidad mórbida logra bajar su peso considerablemente en un lapso corto de tiempo. Esta difícil decisión de llegar a la instancia de someterse a una intervención quirúrgica generalmente viene ligada con el cansancio y hartazgo de dietas, ejercicios y métodos tradicionales; la persona en esta instancia ya posee una obesidad que le impide realizar cómodamente su vida cotidiana, toda tarea que requiera una mínimo desplazamiento a veces es sumamente cansadora y muchas veces deben depender de terceros para poder hacerlo.

Aquí es donde aparecen los signos de angustia y la idea de que “así ya no puedo seguir”; el cuerpo comienza a poner límites, el cuerpo habla y lo hace a través de síntomas (dolores articulares, colesterol alto, diabetes, etc.) y en el plano psicológico eso se traduce en autoestima baja, angustia por no poder mirarse en un espejo (no aceptación de su imagen corporal), reclusión voluntaria, angustia por no conseguir la ropa que le gusta porque no les queda, y es así que vemos aparecer al paciente muchas veces con un mismo vestuario. A esto se agrega la continua degradación de sí mismo (temor a exponerse en público, temor a hacer el ridículo, temor al qué van a decir, entre otros). Aquí es donde se rastrea el peso que tiene sobre el psiquismo de un sujeto la mirada de los otros. De nada vale que quienes rodean al sujeto insistan en que baje de peso, porque eso generalmente produce un efecto negativo. Se sienten torturados constantemente, controlados, no comprendidos y la forma que encuentran de calmar esa angustia de no poder decir todo lo que sienten es comiendo.

La creencia común es pensar que la persona obesa es “gorda” porque quiere, por indisciplinada, porque no tiene constancia con las dietas, porque le gusta estar así y la realidad es que los que siguen esta creencia están muy lejos de entender lo que realmente pasa en una persona que sufre de obesidad; su relación con la comida no es placentera, todo lo contrario muchas veces es una vía de escape, un castigo. No se tiene en cuenta que una persona puede estar en esa situación por problemas metabólicos, porque ya tiene un sobrepeso que no se soluciona sólo con dieta y ejercicio, o por cualquier otro motivo. Lo real es que el obeso no es obeso porque quiere, ni tampoco sus atracones de comida son por placer.

Hice referencia a la  incomprensión porque en muchos casos de la clínica se escucha que el sujeto que sufre de obesidad se siente incomprendido, tanto en su seno familiar como en su trabajo o con sus amigos, porque insisten en hacerles ver una realidad que ellos desgraciadamente viven día a día (el hecho de que están gordos), y que no hacen nada para solucionarlo, que deberían empezar una dieta, etc. Entonces surge la respuesta desde el sujeto: ¿Hacer qué? Acaso otra dieta imposible, salir a correr, ver especialistas o hacer qué otra terapia alternativa.

El hecho es que sienten que quienes no han sufrido de sobrepeso jamás van a entender lo que les pasa y por eso suelen identificarse a personas que son o han sido en algún momento obesas.

Pero la incomprensión sigue, cuando ya han decidido realizarse la operación bariátrica y comunican su decisión siempre están quienes dicen: -¿Estás seguro?, ¿Una cirugía es peligrosa? ¿Vos no lo necesitas? Y el sujeto llega a pensar “querían que haga algo y ahora que decido no les gusta”, esto lleva a que muchas veces mantengan su decisión en secreto y sólo se lo comuniquen a personas de su mayor confianza y de quienes saben no van a recibir más que palabras de aliento; hacen esto para evitar escuchar constantemente las opiniones ajenas. Entonces el sujeto se encuentra en la disyuntiva de escuchar todo lo que dicen los demás o llevar a cabo su deseo propio, y es aquí, cuando el deseo está posicionado fuertemente en el sujeto, cuando lo va a llevar a cabo pese a quien le pese.

De esta manera inicia el camino hacia el compromiso de cambio, digo compromiso de cambio porque si el paciente no está realmente preparado para afrontar el costo (monetario, físico y psíquico) que requiere el proceso de hacer real aquello que imaginó, seguramente abandonará o desistirá de su decisión de operarse en poco tiempo. El mantener la decisión mucho tiene que ver con un proceso interno que debe llevar a cabo el propio sujeto.

Durante mucho tiempo culturalmente se pensó que quienes eran “gorditos” tenían salud, y eso era muy evidente en los niños, y que quienes eran demasiado flacos seguramente estaban enfermos. Hoy en día sabemos que ambos extremos son patológicos y aunque se catalogue a los trastornos de la conducta alimentaria (obesidad, anorexia y bulimia) como patologías de esta época, lo real es que ya existían antes de que culturalmente nos diéramos cuenta de la gravedad de estas problemáticas.

Lo importante es que se está logrando poco a poco una concientización colectiva de estos problemas tanto en las personas que los padecen como en los profesionales idóneos para intervenir en este tema.