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Ago 31 2022

El miedo a decir: Inseguridad, nerviosismo, inhibición y falta de claridad en lo que se quiere transmitir.

miedo a decirEl hombre no es más que la mitad de sí mismo. La otra mitad es su expresión.Ralph Waldo Emerson (1803-1882); poeta y ensayista estadounidense.

La sensación de miedo u otra emoción invalidante para el sujeto es un síntoma real que se traslada desde los pensamientos a la palabra. Quienes experimentan esta sensación suelen identificar cierta inseguridad, nerviosismo, inhibición y poca claridad en lo que se quiere transmitir.

El encuentro con otro siempre provoca una mínima ansiedad, mucho más si esto se da fuera de los vínculos conocidos, como espacios laborales, profesionales o incluso en personas que residen en un país del cual no son nativas (con más énfasis cuando los idiomas son diferentes).

El despliegue de la ansiedad y sus consecuencias sintomáticas va a depender de la seguridad interna de cada sujeto, de cómo se prepara psicológicamente para este encuentro y del posicionamiento en cuanto a la seguridad que traslada a la palabra – se puede estar sintiendo un torbellino de emociones sin que quien este frente a nosotros lo note.

La falta de control de la emoción que invade al sujeto en esos momentos dispara una ilación de pensamientos que provocan que la persona se sienta juzgada. Controlar el pensamiento puede ayudar a calmar la reacción de miedo, reducir la ansiedad y cortar la línea de pensamientos negativos.
Muchas veces el experimentar las sensaciones sintomáticas que se desatan en este tipo de situaciones hace que la persona opte por evitar cualquier tipo de exposición que conlleve interacción con personas que no son de su entorno, sin embargo eso no soluciona la situación de ansiedad y termina privando a la persona de crecimientos subjetivos en distintos ámbitos de su vida.

La evasión afecta la forma en que el sujeto ve la vida y limita las herramientas de resolución que deberían ponerse en juego para encarar el día a día.
El aprender a manejar la ansiedad y el lidiar con las situaciones de frustración que nos genera la interacción y la mirada de los demás es algo fundamental para el desarrollo de la seguridad subjetiva (autoestima).

Con el reconocimiento consciente del problema, el trabajo analítico y la práctica de algunas técnicas se logra aprender a controlar el miedo, los pensamientos y la respuesta que esa emoción genera en el cuerpo, disminuyendo de forma significativa el impacto del estrés que estas situaciones generan.

Escuchar al cuerpo es muy importante para cambiar el desarrollo de la emoción. El miedo genera una respuesta física que la cabeza interpreta. Esto quiere decir que ante una aceleración del ritmo cardíaco, sudoración fría, respiración acelerada, entre otras manifestaciones fisiológicas, nuestra mente interpreta que tenemos miedo. Si se logra identificar la sensación que se desata en el cuerpo y el disparador real que lo genera es posible controlar la sensación de miedo.

Hay que desafiar los pensamientos, llevarlos al plano racional. Hacer ciertos cuestionamientos ayuda a disipar algunas emociones. ¿Qué pruebas hay de que te pondrás en ridículo? ¿Es real que todos te están evaluando? ¿Por qué sería posible que alguien te esté juzgando?

Seguramente estas preguntas no tienen una respuesta certera, puede pasar que no esté el feedback que se busca en el público o en la persona, pero eso no es lo más importante, lo que importa es poder lograr el objetivo de la exposición o presentación con un discurso tranquilo, claro y la modulación adecuada del tono. Así se logra tener la atención del otro y que el mensaje llegue, mas allá de si hay una devolución o no de lo que se ha dicho.

El pensamiento repercute inmediatamente en lo que se siente, abordar las emociones que se dan en ese momento de forma racional, realista y con una modificación en la forma de pensar ayuda a superar el estímulo intenso e irracional que paraliza.

Usar la imaginación para disipar los temores es un muy buen recurso, experimentar imaginariamente las distintas situaciones posibles ayuda a vivenciar la experiencia, sentir la ansiedad que invade el cuerpo y la cabeza; al ser esto un recurso imaginario da la posibilidad de agregar información y preguntar ¿Cuál es la preocupación? ¿Cuáles son los resultados probables? Agregar asociaciones a los temores que surgen ayuda a disminuir los efectos que se presentan la vida real.

A partir de estas preguntas se logra imaginar un escenario distinto, introduciendo como principal disparador lo que nos gustaría que suceda. Esto es algo básico de control de ansiedad, no es algo que se logre sólo con el cambio de pensamiento, por lo que requiere un trabajo con la intervención de un Psicólogo para poder sacar del medio los complementos que podemos arrastrar de la crianza y experiencias de la vida.
Algunos cosas a tener en cuenta:

• Es importante mostrar entusiasmo y compromiso con respecto al tema que se expone. De ahí se obtiene como resultado la atención de las demás personas.

• Respirar hondo, ser consciente de la respiración es muy importante. Cuando se está nervioso la respiración es más corta y se acelera la necesidad de aire, esto causa que la tensión sea más visible.

• La práctica es una de las herramientas fundamentales. Cuanto más se practica, más seguridad se adquiere; esta práctica da confianza y permite una mayor concentración. En las situaciones imprevistas, donde no es posible la preparación, el hacer pausas en lo que se dice y ordenar el pensamiento ayuda a controlar lo que se está diciendo.

• Manejar bien la voz es de vital importancia, hay que tener en cuenta tres componentes: el volumen, el ritmo y el tono. Si estos componentes están en armonía se logra una sincronía que impacta en la atención de quienes escuchan.

• Manejar la gestualidad, generar empatía ayuda a que se dé la relajación tanto de quien expone como de quien escucha.

• Mantener el contacto visual se relaciona con el punto anterior, ya que sin contacto visual es imposible generar empatía, pero además el hecho de ver a las demás personas empáticas con lo que se está diciendo y atentas ayuda a disipar el fantasma del juzgamiento.

• Organizar mentalmente lo que se quiere decir. Muchas veces también ayuda tener un soporte real, ordenarlo no sólo en la cabeza sino también en un papel. Esto hace que la presentación tenga fluidez y no haya tiempos muertos innecesarios.

• Es importante que el mensaje sea claro y fácil de recordar, es necesario repetirlo en distintos momentos de la ponencia. Generalmente lo que más recuerdan las personas son los temas explicados con cierta gracia o con ejemplos de la vida cotidiana.

• Por último, es interesante buscar situaciones para hablar, grupos o personas, cuanto más veces se repita mejores resultados se obtendrán. La exposición reiterada a estas realidades hace más fácil el manejo de la ansiedad y el recordar cómo hacerlo.


Dic 2 2020

Consecuencias psicológicas del aborto espontáneo (entrevista Univisión)


Nov 20 2020

Terapia a distancia: ¿Cómo es?, y… ¿Funciona?

terapia a distanciaDesde hace varios años brindo atención psicológica clínica en consultorio, actualmente en la ciudad de Rosario (Argentina). Si bien atiendo pacientes en forma presencial, a través de este blog comenzaron a contactarme personas de lugares remotos manifestando interés en comenzar terapia a través de teléfono o vídeoconferencia, debido a que no contaban con un psicólogo en su localidad, o se veían imposibilitados psíquica o físicamente para concurrir a un consultorio, o preferían hacer terapia conmigo por una simple razón de elección. Mi respuesta inicial fue negativa, debido a que no estaba segura si se darían los requisitos necesarios para establecer una terapia que realmente funcione.

Sin embargo, algunas personas de otras ciudades y países comenzaron a llamar y casi sin darnos cuenta estábamos realizando sesiones de terapia a distancia que mantenían las características esenciales requeridas para que el proceso terapéutico funcione. De hecho, con algunas ventajas por sobre las sesiones presenciales. Luego de más de 10 años de experiencia realizando terapia a distancia, puedo concluir que este método es terapéuticamente tan eficaz como la terapia presencial en consultorio.

¿Cómo es el mecanismo de la terapia a distancia?

Junto a personas allegadas, con conocimientos específicos en Tecnologías de la Comunicación y la Información, hemos desarrollado un sistema integral de atención psicológica a distancia, utilizando Internet como base. Inicialmente, la persona consulta por e-mail, desde el formulario de contacto o por teléfono y se le suministra la información requerida. En caso que la persona decida establecer su primera sesión, se coordina un horario conveniente dentro de las opciones disponibles (que son más variadas que en consultorio presencial) al igual que la metodología de pago preferida, existiendo variedad de opciones de pago según la ubicación geográfica de cada paciente. Además se acuerda la forma en que se establecerá la comunicación, asistiendo técnicamente al paciente en caso de requerirlo.

La frecuencia usual de las sesiones es igual que en el consultorio, una vez por semana. La sesiones suelen tener una duración de 60 minutos.

Características y experiencias observadas

Elevado nivel de asistencia a las sesiones / Continuidad de la terapia

Durante el proceso de la terapia, en algún momento, a partir del trabajo de ciertos puntos claves, aparecen las resistencias. Una de las maneras en que el paciente las manifiesta en la terapia presencial es la cancelación o falta a las sesiones. Si bien estas resistencias son esperables, constituyen una postergación del avance del proceso analítico. Cuando hay resistencias, cualquier motivo es válido: Lluvia, frío, calor, quedarse dormido, problemas de tránsito, etc. En la terapia a distancia existen menos “excusas”; si la persona no hace la sesión generalmente es porque tiene motivos reales, que no tienen que ver con resistencias sino con acontecimientos eventuales. La continuidad hace que el progreso de la terapia se dé a mayor velocidad.

Flexibilidad de horarios

Brindo atención a pacientes en varios países con sus consiguientes diferencias horarias (desde Argentina y países limítrofes hasta países con diferencias de hasta 14 horas). Siempre se busca la manera de encontrar un espacio temporal conveniente. El tiempo de las sesiones es de alrededor de 45-60 minutos usualmente. Sin ser una regla, se intenta encontrar un horario fijo (mismo día, misma hora, todas las semanas). La razón de ello es generar una regularidad que no afecte la rutina de la persona con cambios semana a semana.

Idioma / Idiosincrasia

La terapia se realiza en español y apunta a responder tres tipos de demandas: (1) Personas de origen latinoamericano que han emigrado a otros países y necesitan comenzar una terapia, precisando un psicólogo que comprenda el contexto de su realidad anterior vivida en su país de origen y su contexto actual en otro país. En el proceso terapéutico se tiene que dar la expontaneidad del lenguaje, por lo que un psicólogo de origen latinoamericano tiene más posibilidades de comprender los giros idiomáticos, las bromas, el bagage cultural, etc. (2) Personas que emigraron a otros países y que luego de un tiempo van a volver (temporal o permanentemente) a su país de origen, lo cual puede causar crisis o revivir problemáticas no resueltas, que dejaron al partir. (3) Personas que residen en Argentina que por cuestiones de distancia, movilidad u horarios no pueden realizar sesiones presenciales en el consultorio.

Eficacia y eficiencia terapéutica

El objetivo funcional de la terapia se ve cumplido en las sesiones a distancia. Se crea el mismo contexto terapéutico que en el consultorio. La persona puede experimentar las distintas fases de la terapia, aún a través de la comunicación a distancia (procesos de contención, análisis profundo, regresión, etc.). Esto se da porque el cuerpo del analista es su voz, no importa si está o no presente físicamente. Es decir, la terapia a distancia, bien implementada, es tan eficaz como la terapia presencial, pero suele ser más eficiente debido a la continuidad citada anteriormente por el elevado nivel de asistencia a las sesiones.

Comodidad

El vehículo del psicoanálisis es la palabra, por lo que todos los elementos que permitan una mayor apertura y fluidez comunicacional son positivos para el proceso terapéutico. Es necesario que el sujeto se apropie del espacio de terapia. En la terapia presencial en consultorio, los pacientes buscan manipular el espacio brindado para lograr un “estado de confort” (algunos se quitan los zapatos, otros acomodan los almohadones, se sientan de determinada manera, etc.). Estando en su propio espacio, el proceso de apropiación ya está hecho.

Disponibilidad

En mi forma de trabajo habitual los pacientes tienen acceso a mi cuando lo necesitan (aparte de las sesiones habituales). Esta disponibilidad se mantiene en los pacientes en terapia a distancia. Los pacientes pueden comunicarse y, si la urgencia lo amerita, se puede coordinar una sesión extra para ese momento o ese mismo día. Esto hace que los procesos de contención sean más efectivos porque la demanda se resuelve en el momento. No tengo inconvenientes en que sea un día feriado en Argentina o un fin de semana.

Tecnologías utilizadas actualmente

  • Videoconferencia a través de Skype
  • Comunicación de voz a través de Skype
  • Videoconferencia de WhatsApp

Contactar para detalles


Jun 13 2020

¿Cuándo Acudir a un Psicólogo?

A partir del momento en que se desarrolla la palabra, aparece la personalidad humana. – Pierre Lecomte Du Nouÿ (1883-1947); biólogo francés.

¿Qué es un tratamiento psicológico?

Muchas veces nos cuesta tomar la decisión de realizar una consulta psicológica, el ritmo de vida actual nos lleva a estar constantemente expuestos a factores estresantes que impactan tanto en nuestra salud orgánica como mental y postergamos la posibilidad de buscar ayuda, contención o simplemente otra mirada acerca de las situaciones que no podemos llegar a solucionar solos.

Existen aún en nuestra época tabúes acerca de ir a un psicólogo, siempre está el estigma de ser tildado de loco, las opiniones de terceros en creer que no es necesario pagarle a alguien para que escuche, el no querer que otra persona sepa de nuestros problemas, entre varios otros.

Estas opiniones surgen del desconocimiento. El psicólogo profesional está preparado para escuchar desde otro lugar; al ser las situaciones que escucha ajenas a su vida, puede aportar un punto de vista objetivo desde su neutralidad, no es lo mismo contarle los problemas a un amigo o familiar, quien está involucrado sentimentalmente con uno y por lo tanto no puede ser objetivo en sus comentarios o consejos.

Un terapeuta no aconseja, este es otro de los errores clásicos que se perciben en las consultas. Las personas, en su desesperada búsqueda de una respuesta inmediata, erróneamente esperan de su psicólogo un consejo sobre qué hacer. Una vez iniciada la terapia, el trabajo analítico se basa en la estructuración de una especie de plan de acción que el profesional va diseñando según las necesidades de cada caso; esto le sirve al psicólogo como lineamiento para saber adonde va a apuntar el tratamiento y cuáles serán las intervenciones pertinentes al caso.

¿Qué es la terapia psicológica?

Muchos pacientes llegan a la primera consulta con el nerviosismo de no saber qué decir, si tienen que esperar a que el profesional le pregunte, o cómo y qué hacer.

Quien decida consultar a un profesional de la psicología debe despreocuparse de estas cosas y dejar que la entrevista se desarrolle con la mayor espontaneidad posible. El psicólogo está entrenado para posibilitar que el encuadre de la terapia sea el óptimo, de manera de lograr que la persona se sienta segura y logre de a poco distenderse. Esto es lo que en la clínica psicológica hemos dado en llamar transferencia.

La terapia psicológica se basa en la utilización de la palabra, su principal herramienta es la comunicación. A partir de estrategias terapéuticas se busca estimular en la persona el conocimiento de sí misma, posibilitando que encuentre los conocimientos que posee y los utilice para la resolución de sus conflictos; estos conocimientos ya formaban parte de la persona, sólo que estaban adormecidos. A partir de la terapia se va delineando un camino para que la persona pueda utilizar lo que posee y adquiera seguridad en su accionar.

La comunicación entre el psicólogo y la persona debe darse en un clima de plena confianza, donde los recursos son el habla y la escucha. Esto nos lleva a la necesidad de establecer un ambiente en el cual la persona sienta la confianza que puede decir todo aquello que le pasa, sin el temor de ser juzgado o sancionado. Este clima de confidencialidad, respeto y privacidad es imprescindible, ya que si no se da esta relación transferencial la terapia no funciona.

A partir de la terapia afloran las posibilidades de modificar conductas negativas, fortalecer la autoestima, restablecer las relaciones interpersonales, entre otras cosas.

Los beneficios de la terapia psicológica

En la terapia no sólo se obtiene la satisfacción de poder superar ciertos problemas, sino que también se aprenden nuevas formas de pensar, de escuchar y de afrontar la realidad cotidiana con otras herramientas. Los problemas y aquellas situaciones que generalmente causan malestar pueden ser resueltos desde una perspectiva analítica y sin la necesidad de llegar a los extremos de sentirse superado por la angustia, paralizado o con síntomas (insomnio, tristeza, problemas psicosomáticos, etc.). Los síntomas surgen cuando en la persona falta el recurso de la palabra, es necesario poner en palabras lo que nos pasa para así lograr tramitarlo psíquicamente. Se aprende a manejar la angustia y la ansiedad y afrontar de esta forma el estrés, la timidez, el miedo, superar inhibiciones, etc.

A partir del trabajo psicológico es posible encontrar alivio a situaciones de estrés, angustia, depresión, ansiedad, fobias, duelo, y en general cualquier trastorno psicológico.

Está demostrado que problemas de salud como la obesidad, bulimia, anorexia, enfermedades crónicas, problemas de piel, problemas gastrointestinales, entre otros, tienen en su origen una fuerte conflictiva emocional sin solucionar; a partir de la psicoterapia se logra un gran avance en la resolución de estos conflictos.


May 27 2020

Ataques de pánico… Pedir ayuda a tiempo

A cada día le bastan sus temores, y no hay por qué anticipar los de mañana. – Charles Péguy (1873-1914); escritor francés.

Hoy en día es natural escuchar que alguna persona conocida sufrió en algún momento un episodio de pánico, no vacilo en hacer público que yo misma los he sufrido. Ya no se toman como algo raro y las mismas personas que los han sufrido pueden enumerar los síntomas y lo que se siente cuando se vivencia un ataque de pánico.

Lo que no sabemos es que, como cualquier otra dolencia, la duración, frecuencia e intensidad de estos ataques va a depender mucho del momento en el cual pidamos ayuda y a qué tipo de profesionales acudamos.

Cuando uno sufre un ataque de pánico vivencia palpitaciones, elevación de la frecuencia cardíaca, dolor en el pecho, vértigo, mareo, náuseas, inestabilidad, dificultad para respirar, transpiración o escalofrío, sensación de ahogo, molestias abdominales, cosquilleo o entumecimiento en las manos, sensación de estar soñando o deformación de la percepción, terror. En pocas palabras uno se siente morir, se tiene la sensación que algo horrible va a pasar y que uno no puede evitarlo, la persona se paraliza.

Este episodio suele durar unos diez minutos aproximadamente, es acompañado por una enorme carga de angustia que muchas veces se libera a través del llanto y con un gran estado de tensión, es como si los mecanismos corporales que generalmente se ponen en funcionamiento ante una situación de peligro se disparasen inesperadamente y sin motivo alguno. Nos puede pasar en cualquier sitio: en el supermercado, en el banco, en la calle, haciendo compras, no hay sitio ni momento definidos que la persona pueda distinguir, es imposible anticiparlo, una vez sucedido se comienzan a vivir estos episodios con más frecuencia y son cada vez más intensos, lo cual preocupa no sólo a la persona que los sufre que, como medida de prevención hace un aislamiento y se queda en su casa buscando un refugio de los ataques, sino también al entorno familiar, llegando muchas veces a generar conflictos familiares y laborales.

El ataque de pánico tiene como base un trastorno de ansiedad, lo que dispara el ataque es la existencia de un estado de ansiedad y angustia inmanejables para la persona y, como en todo ataque, hay una situación específica que actúa como disparador. Hasta ese momento la persona más o menos se las arreglaba con su angustia, pero a partir de ese suceso desencadenante y tras haber sufrido el ataque de pánico es como si el propio cuerpo y mente dijeran basta.

Antes de llegar a estas situaciones hay señales de alarma; estas señales que emite nuestro psiquismo son pequeños desarrollos de angustia, los cuales generalmente dejamos pasar sin darles mayor importancia, pero estas señales se van incrementando si no se toman medidas.

El estar expuestos a malestares continuos de todo tipo (familiares, laborales, sociales) lleva a que se den episodios de este tipo; nos sentimos sobrepasados por las situaciones, no encontramos sentido a lo que hacemos, no podemos proyectarnos a futuro porque todo se ve desde el negativismo de sentirse vacío, solo y sin que nadie entienda lo que se sufre. Así es que nuestro margen de tolerancia se ve sumamente rebasado y nuestro YO cada vez más débil.

En estos momentos quienes menos pueden ayudarnos son los amigos o allegados; la persona que sufre estos episodios se siente incomprendida, su entorno tiende a minimizar lo que le pasa, dando consejos del tipo: “no te hagas problemas, salí a divertirte, distraete”.

Lo primero que se suele hacer al sentir estos síntomas es acudir a un médico clínico para descartar algún tipo de afección cardíaca o de origen orgánico. Una vez descartado todo lo que respecta a la clínica médica y al recibir la noticia de que no hay nada físico, llega la recomendación de iniciar un tratamiento psicológico, a lo cual muchos responderían: -”pero si lo que yo siento es corporal”. Así, progresivamente, comienza el camino de aceptación de que nos encontramos frente a un trastorno psicológico.

El tratamiento para este tipo de trastornos de ansiedad con episodios panicosos comienza con un respaldo farmacológico, seguido por un profesional psiquiatra y un tratamiento psicológico a la par. Es necesario que ambos tratamientos sean paralelos por un tiempo, ya que uno da la base para que pueda funcionar el otro. Es necesario comenzar con una medicación para bajar los niveles de angustia y ansiedad en la persona, ya que si se inicia sólo el tratamiento psicológico sin que el paciente esté medicado va a ser casi imposible establecer un trabajo analítico porque la persona se encuentra tomada por la angustia y sólo manifiesta síntomas, sin poder hablar.

Una vez que la medicación comienza a hacer efecto es más fácil para la persona hablar y realizar el tratamiento psicológico. A partir de la realización de estos tratamientos generalmente las mejorías son notorias en muy poco tiempo. Desde la terapia se educa al paciente en el manejo de situaciones de máxima angustia o ansiedad; así, cuando reaparecen los episodios de pánico, ya se sabe cómo actuar y manejarlos sin dejar que la situación lo sobrepase. La persona sabe que no se va a morir por esto y que con la ayuda de los profesionales indicados es totalmente manejable.


Ene 10 2020

¿Qué son los Certificados de Aptitud Psicológica?

Los tests psicológicos son utilizados en diferentes ámbitos para evaluar la habilidad, la personalidad y el comportamiento de las personas. Un test se puede utilizar como parte de un proceso de selección en entrevistas laborales, para evaluar el desempeño de los niños en la escuela o de delincuentes en prisión.

Existen básicamente dos tipos de tests psicológicos: Tests de habilidad o aptitud, conocidos como medidas de rendimiento máximo, y aquellos diseñados para evaluar las capacidades personales, tales como personalidad, creencias, valores e intereses. Estos son conocidos como medidas de rendimiento típico o promedio.

Específicamente, los certificados de aptitud psicológica, conocidos comúnmente como “aptos psicológicos”, son emitidos exclusivamente por profesionales de la Psicología y confirman que la persona que lo obtiene se encuentra calificada psicológicamente para realizar las tareas por las cuales el certificado es requerido, a la fecha de emisión de tal certificado. Por este motivo, es usual que periódicamente, cada cierto tiempo, la evaluación y certificación deba volver a realizarse, según lo requiera la entidad solicitante.

Para obtener el certificado de aptitud psicológica se le realiza a la persona que lo solicita una evaluación diagnóstica. Los resultados de estas pruebas permitirán elaborar el perfil del sujeto y el correspondiente apto o no psicológico.

Se extienden certificados de aptitud psicológica, por ejemplo, para:

  • Ingreso a universidades o institutos de estudio.
  • Puestos laborales.
  • Portación y tenencia de armas de fuego (RENAR).
  • Intervenciones quirúrgicas.
  • Etc.

Psicóloga Pamela Arriola – Consultorio Rosario: Pte. Roca 825 – Piso 5 Consultorio 3 (entre Córdoba y Rioja) – Turnos: 0341-153-749267


Oct 4 2019

La explosión de ira, introducción al Trastorno Explosivo Intermitente

La razón trata de decidir lo que es justo. La cólera trata de que sea justo todo lo que ella ha decidido. – Séneca, Lucius Annaeus (4 a. C. – 65 d. C.); filósofo hispanolatino.

Durante los últimos tiempos se ha dado un incremento notable de consultas relacionadas con el control de la ira. En el consultorio se escuchan las personas describiendo situaciones en las cuales pierden el control (generalmente en discusiones que, a priori, parecerían poco significativas), llegando muchas veces a actos violentos que involucran a seres queridos o extraños, e incluso generándose daños a sí mismos (golpeando paredes, muebles, etc.).

Esta pérdida de control se relaciona con lo que en la clínica llamamos el control de los impulsos; quienes llegan a estas reacciones explosivas son personas con muy baja tolerancia a la frustración, incapaces de poner en palabras lo que sienten, que evidencian una gran desazón con la vida, poseen baja autoestima y que suelen presentar estados depresivos.

Son personalidades que se han forjado bajo la opresión del discurso como mandato supremo, sin lugar a cuestionamientos y han vivido mucho tiempo el malestar de la cultura en el cual todo se rige bajo la ley del “deber ser” sin dejar lugar al deseo. A todo esto se le suma el temor a no ser aceptado y quedar aislado por pensar diferente.

Se pueden diferenciar dos tipos de reacciones de este tipo: en la primera el sujeto, ante cualquier incidente de discusión, puede desencadenar un episodio de agresividad desmedida, en el cual se da tanto la violencia verbal como el impulso y/o la acción violenta, pasando después a un estado de ánimo deprimido y de culpa. En este “ataque”, como lo describen muchos de los pacientes, la persona reacciona de una forma excesiva con una ira descontrolada, experimenta una sensación de alivio durante el arranque de rabia y luego siente remordimientos y sentimientos de culpa por sus acciones.

Muchas veces la persona experimenta una amnesia del episodio violento, pudiendo sí describir el antes y el después. Este factor de pérdida de conciencia es un mecanismo defensivo puesto en juego con la intención de aminorar el peso de la culpa.

El después del episodio es sentido con una gran carga de angustia, culpa y miedo a ser rotulado/a como agresivo/a. En este caso la persona se hace cargo de la situación, se siente víctima de su impulsividad y sufre mucho cuando no puede controlar esa agresividad, sintiéndose muy avergonzada por ello.

El segundo tipo está compuesto por aquellas personas que manifiestan el mismo episodio violento, pero a diferencia del primer tipo no aceptan su responsabilidad subjetiva. En ocasiones pueden culpar a los demás alegando que fueron incitados, que no son ellos los violentos, que sólo se defienden ante los ataques de los demás, entre otras argumentaciones.

Este proceso de negación es una medida defensiva que los deja fuera de tener que pedir disculpas, pero al igual que en el primer tipo sienten culpa (no expresada) y manifiestan el estado de angustia.

La importancia del tratamiento psicológico en estos casos se centra en proveer al sujeto de las herramientas adecuadas para poder poner en juego los recursos simbólicos necesarios para establecer una relación sana con el otro. Esto se logra a partir de generar el control de sus impulsos y mejorar sus formas de comunicación.

A su vez, se hace imprescindible un trabajo de revisión para que la persona encuentre las causas de esas reacciones. Es importante que la persona conozca las herramientas psicológicas que le ayudaran a controlar esa impulsividad.

La base del tratamiento será aprender a reconocer las sensaciones y signos fisiológicos que se tienen antes de esos impulsos, detectar las situaciones que desencadenan la conducta agresiva y aprender a generar conductas alternativas.

Estos elementos que se abordan en la terapia ayudan al paciente a tener mayor grado de conciencia y control de sus accesos de ira, logrando así también mayor seguridad en la interacción social.


May 2 2019

Trastorno de Ansiedad… Cuando nuestro cuerpo nos habla

ansiedadPasé más de la mitad de mi vida preocupándome de cosas que jamás iban a ocurrir. – Sir Winston Churchill (1874-1965); político inglés.

Habitualmente cuando decimos que estamos ansiosos nos referimos a la sensación de nerviosismo o preocupación que percibimos ante ciertas situaciones de la vida cotidiana.

Las señales de ansiedad son un conjunto de reacciones corporales que se presentan en las personas ante situaciones de temor. Este temor puede ser real o no; con esto quiero decir que la ansiedad hace que la persona se anticipe a la situación. Ese temor se percibe muchas veces como una amenaza o peligro ante lo que se podría presentar en un futuro. La persona ansiosa se preocupa demasiado por lo que puede llegar a suceder, lo que provoca que tanto el cuerpo como la mente experimenten sensaciones de nervios, insomnio, palpitaciones, entre otros síntomas.

Mientras la ansiedad sea sólo una señal de alerta y la persona sepa manejarla no hay mayores consecuencias. El problema se presenta cuando este síntoma se instala tan fuerte en la vida de la persona que ya se le hace imposible controlarlo y se llega al desborde, lo cual genera angustias masivas y cierto tipos de patologías como: fobias, ataques de pánico, procesos inhibitorios, depresión o enfermedades psicosomáticas que atacan tanto la piel como los órganos gastrointestinales.

Muchas veces se comete el error de confundir un proceso ansiógeno con una depresión. Si bien en la ansiedad se experimentan sensaciones de desasosiego y angustia, no se dan otros síntomas propios de la depresión.

Podemos decir que la ansiedad se vuelve un problema, una patología, cuando se convierte en el estado frecuente con el que se vive, se vuelve algo habitual. Esto es palpable tanto para la persona misma como para su entorno; la persona comienza a circunscribir sus actividades sociales y su vida al lugar en el cual se encuentra seguro. A su vez, los procesos ansiógenos llevan a que quien los padece tenga pensamientos negativos, su proyección de futuro sea oscura, posea baja autoestima y se rotule a sí mismo con la etiqueta “YO NO PUEDO”.

Al darse esta especie de paralización, los desarrollos de angustia son frecuentes. Si bien se lo escucha decir que quiere salir de esa situación, la inhibición es tan fuerte que sólo deja a la persona instalada en la queja y sin capacidad de accionar sobre la realidad. A partir del trabajo clínico psicológico, que muchas veces va acompañado por un tratamiento farmacológico, se va recobrando poco a poco la confianza en sí mismo y por lo tanto la posibilidad de actuar para cambiar.

Este tipo de trastorno está principalmente asociado a la forma en que una persona piensa acerca de sus problemas, cómo se dispone a enfrentarlos y las herramientas simbólicas de las que dispone. Posiblemente lo más efectivo, y sobre todo preventivo, es aprender a manejar las emociones, las sensaciones y los pensamientos.

Es ahí donde la ayuda de la terapia psicológica es importante; a partir de ella se aprende a lidiar con las situaciones de angustia manejándolas de manera que no causen males mayores; se trabaja con la autoestima de la persona haciendo hincapié en que toda situación que se nos presenta en la vida, por más terrible que nos parezca, tiene su solución y que cada persona en particular posee las herramientas para lograr la solución, sólo que muchas veces no sabe cómo utilizarlas.

La mejor manera de prevenir los trastornos de ansiedad es aprender a leer y decodificar los mensajes que nos dan nuestro cuerpo y mente. Las pequeñas señales de angustia y ansiedad son un alerta a tener en cuenta…


Nov 4 2018

Cuando un amor se termina… Duelo y pérdida

Pero por más que uno sufra
un rigor que lo atormente,
no debe bajar la frente
nunca, por ningún motivo:
el álamo es más altivo
y gime constantemente.

José Hernández (1834-1886); poeta argentino.

Es imprescindible hacer una aclaración inicial: cuando hablamos de proceso de duelo no nos referimos únicamente al estado emocional que se sufre tras la muerte de un ser amado.

El duelo es un proceso natural que se experimenta a partir de una pérdida significativa. Este proceso involucra lo psíquico, lo físico y lo emocional.

Esta situación de pérdida tiene que ver con el desprendimiento emocional del objeto o situación, por lo cual el proceso de duelo puede darse por la desaparición física de la persona amada (muerte), la finalización de una relación, un objeto o una situación.

No sólo se pierde el objeto amado, sino que se dan conjuntamente pérdidas personales relativas a nuestra construcción de la realidad de la que ese objeto era parte constitutiva (“…extraño cómo me vestía, cómo me preparaba, la grata ansiedad de los viernes, para salir a divertirnos…”). Se duela no solamente a quien se pierde, sino lo que se pierde de uno mismo en esa pérdida.

La persona siente una desazón profundamente dolida, pierde el interés por las cosas y personas que la rodean, pierde la capacidad de amar, experimenta una inhibición de toda productividad, cree que no puede trabajar ni realizar ninguna tarea intelectual, hay una gran desestimación por sí mismo, la persona se siente culpable, se autodenigra y cree ser merecedora del sufrimiento. Hay una entrega incondicional a la memoria del objeto amado.

Duelo y pérdida son términos que están íntimamente relacionados. El proceso de duelo variará según la relevancia de la pérdida. Al ser procesos subjetivos, es imposible estimar un tiempo de duración, por lo que será más o menos largo y más o menos doloroso según la capacidad psíquica que posea la persona para adaptarse a su nueva situación.

Durante el transcurso del duelo, se vivencian distintas etapas emocionales claramente identificables en las personas que pasan por la situación de pérdida de un objeto amado.

La emoción que se experimenta en el duelo inicialmente es negar la situación; este proceso de negación es un mecanismo psíquico defensivo de primera instancia que se da porque nuestro psiquismo se niega a aceptar la pérdida. A esta etapa le sigue el romper las ligazones psíquicas que había con el objeto y a partir de ahí se da la tramitación del duelo que lleva a la aceptación de la pérdida. Un duelo se da por tramitado psíquicamente cuando la persona es capaz de recordar aquello que se perdió sin tener una completa sensación de vacío, de que algo le falta a su propio ser (el vacío provocado por la pérdida se tiene que “completar” con una representación simbólica de lo perdido).

Vale comentar que en toda pérdida importante, el dolor más intenso, ese que desespera, no siempre es causado por la pérdida per se, sino por imaginar cómo hubiera sido la situación actual y la futura con la presencia de lo perdido. Recurriré al filósofo Parménides de Elea, quien desarrolló su trabajo hace unos 2500 años.

Parménides cuenta que tuvo una experiencia (una epifanía; no aclara si fue un sueño, una visión o qué; pero sea como fuere le resultó estremecedora, reveladora, iluminadora; fundamental en su pensamiento filosófico posterior). Dice que fue llevado en un carro tirado por dos yeguas y acompañado por las hijas del sol hasta la presencia de una diosa sin nombre, que le recitó el texto que aparece en su Poema de Parménides.

Habló la diosa y le presentó dos caminos que representan, según ella, las dos maneras únicas de pensar:

Camino 1: «El que es y no es posible que no sea». Este es el camino de la Persuación que acompañana a la Verdad.

Camino 2: «El que no es y es necesario que que no sea». Camino imposible de recorrer, contradictorio, impracticable, inexcrutable debido a que no se puede conocer lo que no es.

Según parece, en base a la inspiración de esa experiencia, Parménides enunció posteriormente su principio de identidad (del que se deduce el principio de no contradicción): «lo que es, es, y lo que no es, no es». Así de simple y obvio, pero Parménides entiende que los mortales olvidamos eso recurrentemente. Confundimos lo que no es con lo que es (y viceversa). Intentar transitar el Camino 2, ese sendero de ignorancia según las enseñanzas de la diosa, que debería ser imposible siquiera de pensarse y de nombrarse, lleva a situaciones que, en realidad, no son más que ilusiones, a la desorientación, a la regresión, a la nada…

Con esta alegoría que entremezcla resumidamente el pensamiento de Parménides con algunos aspectos del duelo, pretendo dar a entender que, por más que parezca evidente, debemos comprender que el camino hipotético de la presencia de lo perdido (de lo que ya no es y no volverá a ser) es un «no-camino», que nos hará malgastar tiempo, nos perderá en la oscuridad de la ilusión y no sólo impedirá que transitemos el “camino de la verdad” (duelo normal), sino que nos sumirá en pesares aún mayores que la verdad misma. ¡Aunque por momentos nos sintamos fuertemente atraídos, hay que huir de esas ilusiones, de esos cantos de sirena que nos llaman hacia la destrucción!

Otro matiz del recorrido incorrecto del duelo consiste en pensar obstinadamente qué hubiera sido si en lugar de aquello se hubiese hecho esto otro, si tal o cual modificación de decisiones o de sucesos pasados hubiesen incidido para torcer un desenlace, y así pueden aparecer culpas tan dañinas como fútiles. ¡Basta, aquí también! «lo que es, es, y lo que no es, no es».

Una persona, sea adulto o niño, puede pasar por varios procesos de duelo en su vida como, por ejemplo, la muerte de una mascota, la muerte de un ser querido, divorcios, pérdidas de empleo, mudanzas, entre muchas otras situaciones.

Cuando el duelo se prolonga más de lo recomendable, según sea la situación, hay que tener cuidado y estar atentos a pedir ayuda, ya que si se pasa la barrera del duelo normal al patológico el precio subjetivo a pagar es muy caro.

Es indispensable saber que en estos procesos la ayuda profesional puede brindar la contención y confianza necesarias para poder hablar del tema agotando la angustia y así poder hacer el sufrimiento soportable, encaminando hacia el pronto desenlace del proceso sin llegar a los extremos patológicos.

No hay que tener miedo ni vergüenza para decir lo que sentimos, tenemos que entender que todos somos sujetos y que todos en algún momento de nuestra vida hemos pasado o vamos a pasar por estas situaciones de dolor agobiante.


Jul 27 2018

Acerca del vacío existencial…

El mayor azote de la vida moderna es tener que dar importancia a cosas que, en realidad, no la tienen. – Rabindranath Tagore (Calcuta, ibidem, 1861-1941); filósofo, poeta, novelista, pedagogo y músico bengalí. Premio Nobel de Literatura en 1913.

Como sujetos se nos plantea desde el inicio mismo de nuestra existencia la idea de buscar la felicidad, pero el mensaje encriptado en esa fábula de ser felices y completos permanentemente es que nadie nos dice nada acerca del costo a pagar.

Hoy vivimos un idealismo comunicacional que nos vende minuto a minuto una cultura de felicidad interminable: amigos, fiestas, alegría y risas sin fin, donde el único propósito es pasarla bien.

El bombardeo constante de ofertas de goces y objetos para satisfacer nuestros deseos aparece como la solución mágica a la falta de respuestas frente al sentido de la vida.

Aparecen objetos deslumbrantes que se enaltecen a expensas de un sujeto que se detiene en su desarrollo, creatividad y que no sufre (…Zaratustra salió de su cueva ardiente y fuerte como el Sol cuando sale detrás de montañas oscuras, y dijo al Sol –radiante astro- ¿Qué sería de tu dicha si no tuvieses aquellos para los que brillas?-… – Friedrich Nietzsche, 1883).

Vivimos en una realidad en la cual se supone que la angustia existencial es una equivocación; no hay lugar para el cuestionamiento del ser. Es así que nos horroriza ver el juego mortífero de caminar en el puro placer: las adicciones, los suicidios en jóvenes, etc. La soledad misma del sujeto es algo que se hace insoportable y de la que nadie quiere saber.

Voces mudas denuncian el destino cruel que nos depara la insatisfacción cultural: bulimias, anorexias, adicciones, síntomas que gritan la anulación del sujeto. Estamos siendo devorados por los objetos, por el imperativo de consumo ilimitado, respuesta trágica, aniquiladora de una sociedad consumista que nos hace creer en la imagen de un espejo fallido. Así nos mostramos frente al otro con un personaje creado para engañar, pero en el proceso el único engañado es el sujeto mismo.

Freud nos habla de culpa, angustia e insatisfacción por vivir en la cultura. Sentimos culpa por no poder alcanzar el grado de placer establecido por nosotros mismos y por la sociedad, pero algunos deseos, como los más primitivos, están para ser formulados, no para ser cumplidos. El sujeto que persigue la realización de esos deseos, también teme a su realización y de este miedo deriva la respuesta fóbica que se materializa a través del ataque de pánico, la inhibición ante el miedo, donde el propio psiquismo pone un freno a través del cuerpo. Ya Heráclito de Éfeso señaló hace más de 2.500 años: «Que a los hombres les suceda cuanto quieren no es lo mejor».

La fobia es un modo de expresar el miedo, a partir de sus síntomas se fabrican límites, prevenciones y logra que el sujeto se mantenga alejado del objeto de deseo. El hombre retrocede porque se enfrenta a una oferta de goce que de realizarse le costaría su subjetividad. Podríamos decir que, si bien hoy se nos plantea el objeto al alcance de la mano, el sujeto busca protegerse de una realización de deseos que considera excesiva y peligrosa, y frente a la cual se siente pequeño e insuficiente.

¿Cómo soportar esta insatisfacción? Este es el gran enigma del sujeto, el malestar en la cultura es el precio que debemos pagar por vivir en comunidad, reprimir nuestros deseos por el solo hecho de acceder a una vida social.

El sufrimiento humano reside en tres fuentes: 1) el poder inexorable de las leyes de la naturaleza, 2) el transcurrir unidireccional del tiempo (la caducidad de lo sensible, en particular el cuerpo humano) y 3) la insuficiencia para regular las relaciones sociales. Las dos primeras son inevitables, pero la que resulta difícil de comprender es la tercera. Supuestamente la vida en sociedad debería generarnos satisfacción, pero no es así, no sabemos cómo responder al otro y esta es la causa que genera hostilidad hacia lo cultural.

Para poder mitigar el sufrimiento ante la insatisfacción constante encontramos tres posibles soluciones: distraernos en alguna actividad, buscar satisfacciones sustitutivas en el desarrollo intelectual o artístico o bien narcotizarnos para poder escapar aunque sea por un rato de la realidad descarnada. Otra manera de evitar el sufrimiento es la sublimación; este proceso hace que la energía libidinal se convierta en algo productivo socialmente y así alejamos la culpa y la insatisfacción momentáneamente.

Es posible canalizar nuestro sufrimiento por diferentes vías, que con ayuda de la fantasía nos hacen creer en el posible estado de felicidad, pero ninguno es eternamente efectivo.

La terapia psicológica ayuda a lograr que el sujeto entienda que todos pagamos el precio de la infelicidad por vivir en sociedad, que a muchos nos paraliza el miedo de ver la realidad cotidiana, pero que con síntomas y todo seguimos preguntándonos y tratando de entender, lo más lúcidos posibles, cómo vivir y soportar el vacío de no poder lograr el ideal de felicidad.

Lo que debemos aprender es a disfrutar de los momentos que tenemos, cuestionarnos acerca de nuestros deseos y continuar nuestro tránsito por la vida enfrentando la no realización completa del ser.


Ene 24 2017

¿Qué es la Psicología?

La psicología («psico», del griego ψυχή, alma o actividad mental, y «logía», -λογία, tratado, estudio) es la disciplina científica que estudia los procesos psíquicos, incluyendo procesos cognitivos internos de los individuos, así como los procesos sociocognitivos que se producen en el entorno social, lo cual involucra a la cultura. El campo de los procesos mentales incluye los diversos fenómenos cognitivos, emotivos y conativos, así como las estructuras de razonamiento y racionalidad cultural.


Mar 2 2015

El estrago materno. Su desarrollo e implicancias en el desarrollo del sujeto femenino.

Para lograr un entendimiento de este concepto lacaniano es necesario realizar un recorrido teórico de varios autores que posibilitarán a través de ciertos ejes una enmarcación coherente. Estos ejes son:

  • Complejo de Edipo en la niña.
  • Función del nombre del padre.
  • Significación fálica.
  • Posicionamiento de la niña frente a la madre.

Estos ejes son esenciales ya que, tanto su funcionalidad o su no intervención dará como posible resultado la aparición de la relación de estrago entre la niña y su madre, como también las distintas dificultades para la niña con respecto al desarrollo de su feminidad.

Desde Freud conocemos el desarrollo del Complejo de Edipo. A través de la construcción del mito de Edipo, Freud busco localizar y explicar los avatares con los cuales el niño pequeño se enfrenta en los primeros años de su vida.

Este episodio es el fenómeno central del periodo sexual de la primera infancia, referencia de las relaciones, ataduras y límites que condicionan la existencia y trayectoria del sujeto en la vida.

En esta fase del desarrollo la niña busca y quiere ser la predilecta del padre, por lo tanto exige ser amada. El clítoris es para ella un pequeño pene y por lo tanto para ella es importante y su funcionalidad es tal que para ella se comporta como un pene. Cuando advierte la diferencia con el varón se siente inferior y percibe esta falta como un perjuicio, aquí es donde se presentan la gran mayoría de conflictos con su madre, ya que la niña la hace responsable de haber sufrido este perjuicio. Obviamente todo esto ocurre bajo la instancia inconsciente de la niña, no es que ella haga berrinches a su mamá por saber de este perjuicio. Luego de un lapso de tiempo acepta esta falta, comprende la castración como un hecho y entra en el periodo de la angustia de castración. Este periodo se caracteriza porque la niña renuncia a tener un pene como el varón, acepta su condición, pero pide algo a cambio.

El primer objeto de amor tanto para la niña como para el niño es su madre, pero en este camino la niña sustituye a la madre, quiere ser todo para su papá. Su posición es estar constantemente seduciéndolo, la renuncia al pene solo es soportada a condición de un intento de resarcimiento. Ella renuncia a tener un pene sólo con la condición de recibir un hijo, su complejo de Edipo culmina en el deseo de recibir un hijo del padre. Al no recibir respuesta a esta demanda puede deparar terribles dificultades en el desarrollo habitual de la femineidad.

Cuando la niña le pide al padre un hijo, lo que esta pidiendo es una demanda imposible de satisfacer. Esta demanda de objeto sólo tiene existencia a nivel del lenguaje, de lo simbólico, ya que es sabido que un padre en su función paterna no puede dar un hijo a su hija: el padre esta imposibilitado para significar esa demanda para complacer a su hija. Freud decía que esta posibilidad de la mujer de demandar un imposible es lo que la hacía poder forjar un carácter desinhibido en su sexualidad.

El Complejo de Edipo logra introducir al niño en el circuito de deseo de la mujer. Según Freud la mujer es un ser castrado, le falta el falo (representación simbólica del pene), por eso a través de la resolución del Edipo y la posterior aceptación de la castración van a venir toda una serie de objetos a compensar la falta del falo, entre ellos el propio hijo. Para Lacan la mujer no está castrada, sino privada, la posición femenina no está inscripta en el inconciente.

Nos preguntamos con respecto a la posición de la madre, ¿Qué lugar viene a ocupar el niño? La respuesta a esta incógnita es que el niño tiene un sólo valor: es, supuestamente, quien va a ocupar el lugar del objeto que va a completar a la madre; en relación a esto el niño puede ser el nombre del falo (representar aquello que la madre anhela, pero que en realidad no es, por eso sería sólo el nombre) u ocupar el lugar de objeto A (objeto causa de deseo de la madre, es decir el deseo de la madre siempre va a girar en torno a su hijo), lugar de eso que escapa a toda simbolización.

Jacques Lacan a partir de las elaboraciones teóricas de Freud, conceptualizo dos conceptos muy importantes que sirven como operadores funcionales para comprender la importancia del proceso de constitución de un sujeto. Estos conceptos son la Metáfora Paterna y El Nombre del Padre, que actúan en el desenlace del Edipo impidiendo la posibilidad de estrago.

Existe una relación particular del niño con el falo, el falo es el significante privilegiado.

El niño se pregunta con respecto a su madre ¿Qué soy para ella?, ¿Qué lugar tengo?, ¿Qué quiere de mi? Es aquí donde interviene lo que se ha dado en llamar el nombre del padre. Aquí es donde entra en juego el padre en su función, no sólo como aquel que lo engendró, sino haciendo intervenir su posición en esta relación tríadica madre-hijo-padre, papel prohibitivo del padre identificando en el padre la figura de ley. ¿Cómo interviene el padre? Justamente es dando respuesta a esas interrogaciones que tiene el niño sobre el deseo de la madre, va a decir que lo que desea la madre es el falo y esto va a dar lugar a que el niño se identifique con el objeto de deseo de la madre, más tarde se dará cuenta, a partir de la función paterna, que él no puede ser el falo de la madre. La metáfora paterna va a ser la operación por medio de la cual el significante del nombre del padre se sustituye al deseo de la madre, es decir que en el psiquismo del niño va a actuar la figura de ley del padre permitiéndole salir de ese lugar de ser todo para la madre (lugar del estrago).

¿Qué es lo que pasa en la relación de estrago? El niño se posiciona en lugar de objeto, presta su cuerpo para ser un objeto dentro del inconciente de la madre, queda pegado a esa situación que hace que la madre no se entere de nada, menos de su castración. En esta posición de objeto el niño no puede decir nada, ya que es objeto de goce del otro.

El estrago es un término introducido por Lacan para explicar que en la relación madre-hija hay algo que escapa a la total regulación fálica. En el estrago se da un malentendido en cuanto a la respuesta de qué es ser mujer, esto evidencia la falla de la función paterna que es introducida en esta relación como un padre impotente, que en el discurso materno figura como castrado. El estrago en la relación madre–hija es consecuencia directa de la falla de la función paterna.

Marie –Hélene Brouse, en “El estrago a la luz de la vacilación de los semblantes”, dice que en la práctica analítica se constata el estrago en la relación madre-hija a partir de la vacilación del semblante. En el estrago la madre es designada como responsable de la falta de la niña y supuesta de gozar de eso, así el estrago esta relacionado al destino del falo en la niña, en esta relación de estrago, se evidencia en el deseo de la madre un goce sin limite, sin intervención del freno del Nombre del Padre. Es el deseo materno que quiere devorar, que siempre quiere más y más, deseo imposible de saciar. Lacan llego a referirse a este deseo materno como feroz y obsceno, tiene que ver con esa parte del goce de la mujer que no esta acotado, circunscrito. En el estrago no hay mensaje a descifrar, sino que es puro goce.

Lacan diferencia estrago de síntoma, el estrago es el goce no fálico femenino, sin localización y es una construcción del sujeto. El síntoma puede superar al estrago, envuelve un goce, no se considera como algo anómalo que hay que extirpar del sujeto, sino que es una invención del sujeto para arreglárselas con lo real, es la respuesta que el sujeto pudo construir. El psicoanálisis busca que el sujeto pueda arreglárselas con el real sin sufrir.