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El desarrollo temprano y su importancia para la psicología

Inicialmente es de suma importancia rescatar la concepción de bebé desde la cual se hablará: Se concibe al bebé como un individuo puramente activo, partícipe de la interacción, no es aquí sólo receptor por el hecho que su lenguaje no sea oral, sino todo lo contrario. El lenguaje que pone en juego la interacción no es solamente oral, el bebé no habla pero sí emite sonidos, se da así entre la madre y el bebé lo que se llama protoconversación; es la conversación de un niño y su madre, teniendo en cuenta la correlación entre las actitudes musculares del niño y la madre, las entonaciones, los turnos de emisión de sonidos, etc.

El estudio del desarrollo temprano es importante ya que nos brinda la posibilidad de entender las primeras interacciones del bebé, a partir de poder comprender el proceso de subjetivación que se produce en el seno de estos intercambios, teniendo en cuenta la aportación tanto de lo biológico como de lo social.

Es de suma importancia abordar el proceso de interacción entre la madre y su bebé, proceso que con posterioridad dará lugar a la estructuración subjetiva del psiquismo del niño. Según Brazelton, el embarazo da lugar al nacimiento del vínculo entre el bebé y sus padres, luego con el nacimiento de ese bebé este vínculo se va a ir construyendo sobre relaciones que se han ido gestándose previamente, juntándose así tres bebés:

  • El hijo imaginario que fue pensado y fantaseado.
  • El feto aún no visible, pero real.
  • El bebé real que pueden oír, tocar y sentir.

El rol del padre presente es de sostén para la madre y de vehículo para posibilitar la inserción del nuevo integrante a la diada parental.

Con el nacimiento del bebé, en los padres se reactualizan sus propias historias de vida como niños y las relaciones que llevaron con sus propios padres. Todas las interpretaciones subjetivas que estos padres realizan acerca del bebé son construidas a partir de vivencias originadas en su infancia.

Daniel Stern basó sus estudios en el proceso de reciprocidad que se da en interacción madre-lactante; este tipo de interacción es dada cara a cara. Cuando la interacción es lúdica entre la madre y el lactante, la madre no tiene ninguna tarea por realizar (cambio de pañales, alimentación, etc.) ni tampoco sus pensamientos están ocupados en qué tareas tiene que realizar, no hay planificación alguna, todo se da de forma espontánea, la meta principal de la interacción lúdica es divertir, interesar y procurar placer al otro, no hay otra finalidad que estar juntos.

Entre madre-lactante existe una sincronía relacional, ya que esta interacción cara a cara se apoya en un sistema de feedback o retroalimentación mutua, donde existen umbrales que determinan el nivel y amplitud de tolerancia de la excitación, estos umbrales dan la posibilidad que tanto madre como lactante tengan un rango para poder diferenciar si se sobrepasa el nivel de tolerancia y se llega a una hiperestimulación, o si el nivel ha descendido por debajo del umbral y se da una hipoestimulación.

La mayoría de las sesiones de juego pasan por periodos de excitación-tranquilidad, antes de recomenzar el próximo ciclo de intensificación y aminoración.

Madre-lactante intentan un constante ajuste para lograr el nivel óptimo de excitación. Durante la interacción existen constantes reajustes de sus comportamientos para poder sostener este margen óptimo; cuando este es logrado se da la sincronía relacional y se puede decir que madre e hijo danzan al unísono. Entre madre-lactante se establecen pautas diádicas que constituyen los márgenes para lograr que la interacción se dé en intervalos óptimos.

Cuando la madre no respeta las pautas de su bebé, se da lo que se llama hiperestimulación, la madre sobrepasa los niveles de excitación, excede el nivel de tolerancia del niño obligándolo a realizar alguna maniobra forzosa de copia o adaptación, para evitar o corregir la situación o para señalar a la madre que altere el ambiente inmediato de estímulo. La madre debe ser capaz de leer estas señales en su bebé y poder ajustarse a la situación de su hijo.